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Categoría: Analístas Invitados
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Publicado el Viernes, 10 Julio 2020 11:01
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Maciek Wisniewski / II Y Última
Michael Löwy, el filósofo marxista brasileño, hijo de migrantes judío-austriacos que en la década de los 30 huyeron del hitlerismo, discutiendo el auge de la extrema derecha en Brasil y en el mundo –un proceso con raíces en la crisis neoliberal y en la debilidad de la izquierda− apuntaba a ciertas semejanzas entre Bolsonaro y el clásico fascismo europeo de los años 20-30: a) sus facetas autoritarias mezcladas con apariencias republicanas (como en los primeros años del régimen de Mussolini); b) su estigmatización de los enemigos (la izquierda, PT, las feministas, los ecologistas, los indígenas, MST, et al.), y c) su compulsivo anticomunismo. “La historia obviamente no se repite −subrayaba Löwy−, pero estas semejanzas son muy preocupantes” bit.ly/35m3oey). Enzo Traverso, por su parte, rehuyéndose a hablar del fascismo en caso de Trump, Orbán o Modi y prefiriendo el término de posfascismo −Löwy empleaba el prefijo semi y/o neo− destacaba la antropología neoliberal de los nuevos hombres fuertes que suelen denunciar a las élites financieras, pero con las cuales mantienen lazos muy cercanos, como p.ej. Trump, un líder posfascista sin fascismo ( The new faces of fascism. Populism and the far-right, 2019, p. 34). Este análisis podría aplicar también a Bolsonaro sobre todo a la luz de la traversiana dialéctica de continuidades y discontinuidades entre los fascismos de ayer y hoy, que permite ver cómo el bolsonarismo intenta ponerle una nueva cara a la derecha brasileña (bit.ly/2Chzejj) reorganizando el campo de sus continuidades y discontinuidades (la dictadura, et al.) en un plano material de los intereses capitalistas.
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