Iván Restrepo

En febrero pasado, investigadores de la Universidad Agrícola del Sur de China identificaron a los pangolines como el huésped intermedio más probable del Covid-19 . Según su hipótesis, el virus se originó en murciélagos y luego pasó a dichos animales. Shen Yongyi, miembro del equipo de investigación, dijo que estudios anteriores habían encontrado que el nuevo coronavirus se originaba en murciélagos. Pero, como la propagación se produjo en invierno, era poco probable que las personas se hubieran infectado directamente por ellos, pues estaban hibernando. La tarea era hallar un puente entre murciélagos y personas.

El investigador dijo que hay múltiples huéspedes intermedios y el pangolín, uno de ellos. Agregó que esperaba que la gente se mantuviera alejada de los animales salvajes. Muchos chinos creen en los supuestos aportes nutritivos de especies exóticas, cuya venta ha sido temporalmente prohibida por el coronavirus. Cada vez más ciudadanos de ese país piden que el veto sea definitivo.

Las autoridades tomaron tal medida tras considerar que el origen del brote se encontraba en la mutación de un virus procedente del pangolín, cuyos ejemplares se vendían en un mercado de mariscos de Wuhan. Mas, poco después, el equipo científico que aseguró que el coronavirus había pasado de murciélagos a personas a través de un pangolín, se retractó y dijo que su conclusión había sido precipitada, errónea. Otro experto que cobra como presidente de Estados Unidos dijo que el virus escapó de un laboratorio chino. Sólo sus más fieles allegados le creyeron. Los científicos vieron en esa afirmación una forma de eludir la responsabilidad que el señor Trump tiene por el pésimo manejo de la pandemia en su país, el de mayor número de contagiados y muertos.

No debe culparse al pangolín y al murciélago del Covid-19. El primero tiene aspecto de oso hormiguero y el cuerpo cubierto de grandes escamas. Habita las zonas tropicales de Asia y África. Desde hace años se encuentra en riesgo, pues su carne es muy apreciada en países como China. A sus escamas le atribuyen propiedades medicinales. Aunque su caza está prohibida, matan a 2.7 millones anualmente, especialmente en los bosques de Camerún, Guinea Ecuatorial, ­Gabón y en la República Democrática del Congo. Está en grave riesgo de extinción y es el mamífero más comercializado ilegalmente en el planeta. Con el agravante de que se reproduce lentamente, pues la hembra suele parir una sola cría. La carne y escamas del pangolín son más solicitadas que el marfil de los elefantes.

Y en cuanto a las más de mil 400 especies de murciélagos clasificados en el mundo, instituciones y especialistas llevan años mostrando el papel fundamental que cumplen dentro de los ecosistemas y como factores básicos para diversos procesos productivos. Advierten la urgencia de incrementar los programas para conservarlos. Víctimas de injustos estigmas y creencias, los murciélago son, junto a las abejas, importantes polinizadores y proveen servicios ecológicos que contribuyen a nuestro bienestar y calidad de vida. Setenta y cinco por ciento de las especies de murciélagos se alimentan de insectos. En una hora un ejemplar puede consumir más de mil mosquitos. Por eso son indispensables en la agricultura como excelentes controladores de plagas. Además, los que se alimentan de frutas dispersan las semillas por doquier, como ocurre en selvas y bosques.

No son los pangolines ni los murciélagos causa de lo que ahora trae al planeta de cabeza. En cambio el tráfico de vida silvestre y la degradación de ecosistemas, destacadamente los boscosos, incrementan la posibilidad de que el hombre entre en contacto con virus presentes en especies animales.

La más reciente entrega de La Jornada Ecológica (https://ecologica.jornada.com.mx) está dedicada a mostrar la importancia de los murciélagos y la urgencia de conservarlos en México y el mundo. Así lo demuestran en sus textos prestigiosos investigadores de instituciones nacionales y del exterior. Además, advierten que la actual pandemia deben aprovecharla los gobiernos y los ciudadanos para establecer políticas nacionales y globales que den por fruto una mejor relación del hombre con la naturaleza.