EL RECIENTE SISMO NO INHIBIÓ LA VOCACIÓN Y COMPROMISO DE MÉDICOS DE LA RAZA
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Ángeles Cruz Martínez
En ese momento en que todo se movía, lo más importante era ‘‘reconectar’’ el corazón y que volviera a latir, por lo que los médicos aceleraron todo el proceso. El sismo no detuvo al cirujano David Arellano Ostoa ni al equipo que lo apoyaba en quirófano. Era la última fase de la cirugía en la que llevaban cinco horas para remplazar la arteria pulmonar de Mariana, de nueve años de edad.
La mañana del jueves 7 de septiembre la niña llegó en una condición muy grave al Hospital General del Centro Médico Nacional La Raza, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). No podía respirar. Prácticamente no pasaba sangre del corazón a los pulmones debido a la infección que presentaba en la arteria sintética que en ese mismo nosocomio le habían colocado cinco años atrás.