Leo Zuckermann

El PRI, a diferencia de otros partidos autoritarios del siglo XX, supo abrir el sistema político para que entraran nuevas opciones a competir.

En México hay varias personas y grupos que no les gusta competir. Es lógico. Durante muchas décadas en el siglo XX vivimos con una sola opción en diversos ámbitos: un partido político, una telefónica, una petrolera, una televisora, una compañía eléctrica, un sindicato por actividad económica, etcétera. En algunos sectores, si acaso, había un par de alternativas. Eran pocos los lugares donde existía una verdadera y vigorosa competencia.

Esa tradición dejó una huella ominosa: muchos mexicanos ven hoy con resquemor a la democracia-liberal y la economía de mercado, sistemas que funcionan bajo el principio de la competencia. Varias de las historias que actualmente observamos en México tienen que ver precisamente con eso: maestros que no quieren competir para ganar las plazas y puestos directivos, taxistas que exigen la prohibición de servicios alternos basados en la tecnología como Uber y partidos aterrados que les ponen más barreras de entrada a los candidatos independientes.

Es el caso del PRI en Chihuahua que legisló una ley anti-Bronco. De acuerdo con el periódico Reforma, ya aprobaron una iniciativa de reforma electoral que el gobernador priista César Duarte entregó al Congreso el pasado jueves. El diputado del PRI, César Pacheco, explicó que la reforma permitirá candidaturas ciudadanas independientes para aspirantes que nunca hayan militado en partidos políticos en los últimos tres años. Hay que recordar que el próximo año habrá elecciones para gobernador en Chihuahua. Claramente los priistas no quieren que les suceda lo que les ocurrió este año en Nuevo León, es decir, que un político que no consiguió la candidatura como Jaime Rodríguez, El Bronco, se vaya por la libre y gane.

Debemos impedir que se manipule esta nueva figura, al amparo de diferendos que pudieran suceder entre militantes de partidos políticos, pues qué fácil resultaría que después de un proceso interno de cualquier instituto político, aquel militante que no haya resultado triunfador se pudiera postular como candidato independiente, dijo el legislador priista antes citado. Pues sí, ¿y qué? ¿Cuál es el problema de que existan facilidad y competencia?

Claramente les da miedo -pavor- las candidaturas independientes. Por tanto, les ponen más restricciones. Si por ellos fuera, las prohibirían. En los hechos lo están haciendo porque con esta nueva legislación de Chihuahua se impide a los ciudadanos que tuvieron cargos de elección popular por cualquier partido político o coalición en el proceso electoral inmediato anterior se postulen como candidatos independientes. Hágame usted el favor. Esta legislación no sólo contraviene el derecho constitucional a ser votado, sino que demuestra que el PRI de Chihuahua es un enemigo de la competencia. Son como los maestros que no quieren que los evalúen o los taxis que pretenden prohibir a Uber. Ése es el mensaje que están enviando estos priistas: que quieren ganar a la mala por medio de leyes que restringen la competencia.

Es una lástima porque el PRI, a diferencia de otros partidos autoritarios del siglo XX, supo abrir el sistema político para que entraran nuevas opciones a competir. Esto permitió que eventualmente un candidato opositor ganara la presidencia de la República a través del voto. La mexicana se trató, como lo definió Mauricio Merino, de una transición votada donde hubo pequeñas negociaciones que fueron abriendo el sistema electoral a una mayor competencia lo que a la postre derivó en la victoria de un partido diferente al PRI.

Sería muy lamentable que ahora el PRI diera marcha atrás a esa tradición aperturista. Que en lugar de abrir espacios para la competencia electoral, los comenzara a cerrar. Que en lugar de ver hacia adelante, voltearan a ver al pasado en el espejo retrovisor. Lo que México necesita, y así lo está demandando el electorado, es abrir aún más el sistema electoral para que haya más opciones. Los candidatos independientes, que tuvieron un gran éxito en las pasadas elecciones, son una alternativa para que la ciudadanía no se desilusione de la democracia. Hacen muy mal los priistas chihuahuenses en no ver esto y, de manera egoísta, defendiendo su hueso, legislan para regresar al pasado donde ellos eran la única opción política en México. Con toda elocuencia demuestran ser enemigos de la competencia.