Jessica Xantomila

En el Día Mundial del Refugiado, que se conmemoró ayer, la Iglesia católica en el país instó a los gobiernos a desarrollar acciones que puedan agilizar los trámites del proceso de solicitud de asilo, los cuales se han vuelto un viacrucis, así como velar por los derechos de los migrantes.

“Sabemos que por las políticas vigentes en el país ante la crisis que se vive por el creciente número de migrantes que en grandes caravanas o en pequeños grupos intentan cruzar el territorio nacional, y muchos de los cuales –sabiéndolo o no– son candidatos para pedir refugio y asilo tanto en México como en Estados Unidos, esta solicitud se ha convertido también en un viacrucis”, se ha cargado de candados y requisitos que retardan su resolución, señaló.

En un mensaje, el encargado de la Dimensión de la Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), José Guadalupe Torres Campos, expuso que es evidente que la falta de un sistema de coordinación de la migración que se base en los derechos humanos a escala mundial, regional y nacional está creando una crisis, haciéndolos cada vez más vulnerables. Indicó que 258 millones de personas viven fuera de sus países de origen y migran por diversas razones.

Por su parte, la organización internacional Save the Children llamó al gobierno mexicano a proteger a niñas, niños y adolescentes migrantes, así como solicitantes de asilo y refugio que se encuentran actualmente en el territorio nacional.

Jorge Vidal, director de programas de la organización, destacó que la cantidad de infantes que ingresan al país se ha multiplicado, el año pasado 25 por ciento de las solicitudes de asilo presentadas ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados eran de menores de edad. En el primer cuatrimestre de este año más de 15 mil niños fueron presentados ante la autoridad migratoria mexicana, y 10 mil 897 han sido repatriados.

Recordó que los menores en esta condición enfrentan estrés tóxico que puede tener implicaciones de por vida. El personal en campo, dijo, les ha visto deshidratados, enfermos, pero sobre todo afectados emocionalmente por la incertidumbre de no saber qué pasará y los contactos con autoridades mexicanas poco sensibles a la niñez aumenta su estrés y las posibilidades de sufrir un trauma.