Alejandro Alegría

Aunque la enmienda al Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) dejó como estaba a la industria del aluminio, el dirigente de ese sector, Ramón Beltrán, consideró que exigir una planta productora de ese metal, como pedía la propuesta original, era inviable, no sólo porque costaría más de 2 mil millones de dólares, sino porque la energía que consume equivale a la cantidad de electricidad que usan Veracruz y Tamaulipas juntos.

El protocolo de enmienda indica que 70 por ciento del acero para fabricar autos en América del Norte deberá provenir de los tres países signatarios, pero eso excluye al aluminio. Sin embargo, la modificación señala que 10 años después de que entre en vigor el acuerdo los socios considerarán los requisitos apropiados para que el aluminio se considere originario.

El presidente de la Cámara Nacional de la Industria del Aluminio (Canalum) dijo a La Jornada que los negociadores estadunidenses pedían que el ramo industrial que encabeza fuera incluido en la regla de origen. Sin embargo, consideró que esa solicitud no era posible porque requiere que México cuente con un smelter, como se conoce a ese tipo de horno de fundición que convierten a la baucita en aluminio, lo cual es inviable no sólo ahora, sino también en 10, 20 o 30 años.

Comentó que en la negociación se ofreció que México podía importar la baucita, pero eso no era suficiente, pues un smelter habría costado alrededor de 2 mil millones de dólares sólo para producir los casi 2 millones y media toneladas del metal que consume el país. Además, serían necesarios otros 2 mil millones de dólares para pagar la energía eléctrica requerida para producir el aluminio y sin tomar en cuenta que México no cuenta con la cantidad suficiente de gas para generar energía eléctrica, insumo que se tendría que importar de Estados Unidos.

Resaltó que hay una desventaja con nuestros socios comerciales, pues ambos cuentan con las plantas, el mineral y con el suficiente energético.