Julio Reyna Quiroz

Las expectativas de crecimientos inferiores a las esperadas para los primeros dos años del gobierno próximo, contenidas en la reciente encuesta del Banco de México (BdeM), responderán a las políticas asumidas durante la actual administración federal, como la liberación de precios de los combustibles, la depreciación de la moneda mexicana y el alza a las tasas de interés, manifestó ayer el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (Ceesp).

En su estudio económico semanal, el Ceesp analizó la encuesta de expectativas económicas que realiza mensualmente el banco central. En ese reporte, los analistas opinaron que el promedio del pronóstico de crecimiento del producto interno bruto del país (PIB) para este año mejoró marginalmente, al pasar de 2.26 a 2.29 por ciento, pero hubo un ajuste a la baja para 2019, a 2.24, y a 2.39 para 2020.

El Ceesp consideró que la previsión al alza al cierre de 2018 se debió a que los analistas consultados por el BdeM descartaron todas las preocupaciones difundidas en los meses previos a los comicios del primero de julio.

Aunque la encuesta se levantó días antes de la elección presidencial, los datos que anticipaban los sondeos electorales tenían prácticamente una nula probabilidad de cambiar las expectativas de quién sería el ganador de la contienda presidencial. A pesar de ello, la percepción de los especialistas fue moderada y no reflejó la preocupación que se anticipaba, dijo el Ceesp, dependiente del Consejo Coordinador Empresarial, organismo cúpula del sector privado.

No obstante, el organismo destacó que la encuesta del BdeM no mostró expectativas favorables para los próximos dos años, cuyas tasas se ajustaron a la baja. La consideración de los analistas consultados es que la economía mantenga un comportamiento inercial y, evidentemente, insuficiente para beneficio de los hogares, manifestó el organismo.

El Ceesp opinó que esa evolución inercial de la economía se apoya en buena medida en la notoria moderación del ritmo de crecimiento de la economía en los pasados dos años, que responde a políticas económicas que finalmente tuvieron incidencia en la actividad productiva del país.

Entre estas políticas económicas están la liberación de los precios de combustibles (gasolinas y diésel) y la rápida depreciación del tipo de cambio, que se debe a la coyuntura internacional que representó el proceso electoral de Estados Unidos.

La depreciación de la moneda nacional, dijo el Ceesp, alcanzó una paridad de casi 22 pesos por dólar, y contribuyó así a un rápido repunte de la inflación, que cerró 2017 en el nivel más alto de los pasados 17 años, con una tasa de 6.7 por ciento, lo cual incidió negativamente en el poder adquisitivo de los hogares y, por ende, afectando el ritmo de avance del consumo.