José María Carmona

El próximo domingo será el primer debate entre los candidatos a la presidencia de la republica, organizado por el Instituto Nacional Electoral, donde los temas a debatir serán: política y gobierno, combate a la corrupción y la impunidad, seguridad pública y violencia; democracia, pluralismo y derechos de grupos en situaciones de vulnerabilidad.

Este debate se celebrara en medio de un proceso electoral que no acaba de encender al electorado y donde los candidatos no tienen propuestas sistematizadas para los electores. En cada tema propuesto en los millones de expot en los medios de comunicación, el contenido de los mismos son de descalificaciones, infundiendo hasta el temor entre la población de parte de un candidato por la propuesta de otro candidato.

Hasta hoy el electorado no escucha propuestas, ni mucho menos los cómos se llevaran a cabo algunas ideas en los mensajes emitidos.

Pero más allá de esto, lo que está en juego es el proyecto de nación que por lo menos se pueden distinguir dos propuestas de modelo económico, uno de profundizar el modelo neoliberal o la economía de mercado; en otro se refiere a una intervención mayor del Estado en la economía.

Por lo menos Meade, Ricardo Anaya, Margarita Zavala y Jaime Rodríguez “el Bronco” están por la profundización de las reformas estructurales, la economía del libre mercado que significa reducir a su mínima expresión la intervención estatal en la economía, la disminución de los impuestos y el Tratado de Libre Comercio en su segunda versión.

Por su parte Andrés Manuel López Obrador propone revisar el modelo económico, más concretamente volver a instrumentar el modelo de desarrollo estabilizador, que le permitió a la economía mexicana tener un crecimiento económico del 6 por ciento anual con una inflación del 2 por ciento, una paridad cambiaria de 12.50 pesos por dólar desde 1952 hasta 1976.

A este periodo de la economía mexicana se le conoce también con el nombre del “milagro mexicano”; en este mismo lapso de tiempo en el país se llevo a cabo la segunda fase de la industrialización que consistió en la producción de bienes de consumo duradero-la fabricación de estufas, refrigeradores, televisiones, aparatos eléctricos y el desarrollo de la industria automotriz- donde la política estatal en inversión en infraestructura fue alta, la participación del estado en la economía alcanzo el 50 por ciento; prácticamente el estado participo en todos los sectores productivos de la economía, principalmente en los estratégicos, energía, ferrocarril, el fomento al campo y su financiamiento, el establecimiento de los precios de garantía a los productos agrícolas principalmente los alimentos.

Para hacer posible este modelo económico fue necesario tener una política comercial proteccionista para ello los aranceles ó sea los impuestos a las importaciones alcanzaron una tarifa del cien por ciento y la implementación de un programa de permisos previos de importaciones, lo que significo tener una economía cerrada, orientada al mercado interno, pero financiada con déficit público y deuda tanto interna como externa.

Lo positivo del modelo estabilizador fue la industrialización mediante subsidios, inflación estable, la producción de alimentos a precios de garantía del campo que permitieron mantener el poder adquisitivo de los salarios.

En este periodo, la clase media aumento considerablemente y con ello el proceso de la urbanización de las principales ciudades del país y el desarrollo de las comunicaciones.

Pero la crítica principal a este modelo fue su financiamiento mediante el déficit público que en 1982 llego al 18 por ciento del PIB y la devaluación del precio mexicano en 1976.

Fue la “época dorada” donde se consolido el Estado del Bienestar, los salarios reales aumentaron y otro aspecto fundamental fue el desarrollo de la seguridad social para los trabajadores.

Es necesario señalar que tanto el Estado como el gobierno eran fuertes porque controlaban a las organizaciones sindicales y sociales, el régimen político de partido único o presidencialista alcanzo su máximo esplendor, donde la democracia era sinónimo del triunfo de la revolución mexicana.

La migración del campo a las ciudades fue acelerada formándose cinturones de miseria como lo fotografió Luis Buñuel en su película Los Olvidados. Pero esto es otra historia.

Lo que estará en debate el próximo domingo es la disputa de la nación, modelos económicos opuestos ante un país empobrecido, la concentración de la riqueza y los saldos sociales negativos de neoliberalismo que en otros espacios sea enumerado.