Armando Hernández Cruz*

El pasado viernes se inició formalmente el proceso electoral 2017-2018 en la Ciudad de México, por lo cual es de vital importancia recordar que será la primera vez en la historia de la capital mexicana que se elegirá a 16 alcaldes, 160 concejales (10 por cada alcaldía), así como a 66 diputados y un jefe de Gobierno.

Ante un pensamiento más vanguardista en la sociedad mexicana, y expresamente en la Ciudad de México, el ciudadano actualmente vive un descontento generalizado hacia los partidos políticos. Muestra de ello son los acontecimientos que se han dado en las semanas recientes y que han salido a relucir respecto del ejercicio del financiamiento público por los partidos, que los ciudadanos reprochan tajantemente. Hechos que se convirtieron en punto de crítica ante los catastróficos acontecimientos del pasado 19 de septiembre.

La situación que se vivió en semanas anteriores en diversos estados del país, específicamente en la Ciudad de México, hizo que la clase política enfocara su atención en los reclamos de la sociedad, a lo cual los partidos trataron de dar solución con propuestas de corto plazo, como la eliminación del financiamiento público. Esta iniciativa ciudadana, volcada en la plataforma de activismo político denominada change.org, plantea reasignar el presupuesto de los partidos políticos para las campañas del próximo año a las víctimas del sismo, y ha resultado ser la petición de mayor impacto que ha tenido en toda su historia dicha plataforma.

Asimismo, se plantea la eliminación de la figura legislativa de representación proporcional en la conformación de las cámaras de diputados federales, locales y en el Senado. Incluso se han expresado propuestas de recibir únicamente financiamiento privado para los partidos políticos.

Naturalmente es necesario un debate acerca del financiamiento público de los partidos y sobre los representantes que se eligen por la vía plurinominal; sin embargo, sería apresurado tomar decisiones de esta índole en estos momentos de crisis. Debemos poner sobre la mesa las ventajas y desventajas que implicaría aceptar dichas propuestas.

Por lo anterior, es importante destacar que el comienzo del proceso electoral en la Ciudad de México será un parteaguas en la reconfiguración política de la capital, pues los aspirantes a diversos cargos deberán dirigir sus esfuerzos en tratar de convencer a los ciudadanos, mediante sus plataformas de campaña, que sus propuestas son las más aptas para ostentar dicha posición en el gobierno.

Es por ello que la reivindicación política entre los ciudadanos capitalinos por parte de los aspirantes a cargos de elección popular debe reflejar un cambio en la forma de hacer política y, al mismo tiempo, tiene que estar formada por principios de transparencia en su actuación, siendo ésta uno de los principales estandartes y propuestas en sus campañas. Por último, resulta también necesario emprender acciones para cambiar el clima de desconfianza y falta de credibilidad hacia las instituciones públicas, si es que deseamos realmente un cambio de fondo.

Recordemos que los ciudadanos somos la esencia de México y es nuestro deber participar en las tomas de decisiones que nos afectan a todas y a todos.

El proceso electoral será un referente histórico en la capital del país, enfocando la atención en el comportamiento de los aspirantes en las nuevas reglas del juego, esperando un cambio democrático que dé pluralidad y voz a los capitalinos.