Georgina Saldierna y Enrique Méndez

La coalición Va por México, integrada por PRI, PAN y PRD, llega a los comicios del 6 de junio con la esperanza de arrancarle a Morena la mayoría en la Cámara de Diputados, refrendar sus triunfos en las gubernaturas o, en el mejor de los casos, perder las menos posibles.

No obstante, PAN y PRI –que durante años votaron las mismas reformas en un lazo político que se conoció como el PRIAN– aún acarrean la mala imagen que dejaron sus gobiernos y que los llevó a la debacle de 2018. En esta elección, y en la perspectiva de mantener su registro, se les añadió el PRD.

Los tres partidos enfrentan incluso el descontento interno que dejó una selección cupular de sus candidatos a diputados.

A punto de concluir una campaña electoral en la que los tres partidos privilegiaron la descalificación y no las propuestas, esas fracturas internas derivaron en la salida de militantes, muchos de los cuales engrosaron las filas del partido en el gobierno.

En el PRI, el dirigente Alejandro Moreno Cárdenas eligió y ubicó a sus amigos y colaboradores en los primeros lugares de las listas plurinominales. Él mismo se garantizó un lugar en la Cámara al palomear su nombre en el primer lugar por la cuarta circunscripción.

Por el contrario, la influencia de los distintos grupos en el tricolor, explicaron fuentes del partido, fue reducida y presentan como ejemplo que el ex presidente Enrique Peña Nieto únicamente logró recomendar, vía telefónica, la relección de la diputada mexiquense Ana Lilia Herrera.

PRI, PAN y PRD reconocen que sus administraciones tuvieron errores y dejaron mucho a deber a la ciudadanía. No obstante lo anterior, en la recta final del proselitismo, se han dedicado a pedir el voto útil, con el cuestionado argumento de que México va camino a una dictadura con el actual jefe del Ejecutivo, y que sólo un sufragio en su favor lo impediría.

Apoyada por un sector del empresariado que ha visto afectados sus intereses con la actual administración federal, la oposición apuesta a que el desgaste de gobierno, las disputas internas de Morena y la decepción de algunos sectores de la sociedad se traduzcan en votos a su favor. Esto es: también confían en el voto de castigo.

Según sus cálculos y encuestas internas, todos esos elementos, además de la tragedia de la línea 12 del Metro, han permitido que la ciudadanía voltee a ver a la alianza opositora como opción.

En la última etapa del proceso federal presumen un empate técnico con la alianza Juntos Hacemos Historia, de Morena, PT y PVEM, en lo que hace a la conformación de la Cámara de Diputados.

Por lo que toca a las gubernaturas, Va por México explica que al comenzar el proceso electoral sólo tenía posibilidad de ganar Querétaro, pero ahora también se ubica como competitiva en Baja California Sur, Chihuahua, Campeche, Michoacán y San Luis Potosí.

En la actualidad, el PRI gobierna en ocho de las 15 gubernaturas en disputa: Campeche, Colima, Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas.

El PAN tiene las de Querétaro, Chihuahua, Baja California Sur y Nayarit, mientras el PRD sólo mantiene Michoacán.

A unos días de la elección, los partidos y candidatos de la oposición han vuelto común la práctica de declinar a favor de los que, según su cálculo, tienen alguna posibilidad de retener las gubernaturas o remontar a los aspirantes de Morena.