César Arellano García

María Elena Lavín Alanís, epidemióloga ex encargada del aérea de Sanidad Internacional de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional del a Ciudad de México (AICM), fue removida del cargo en enero pasado por la responsable de la unidad, tras denunciar irregularidades para enfrentar enfermedades como la fiebre amarilla o el coronavirus; expuso que se carece de manuales o trípticos, así como de epidemiólogos. Por ello interpuso una denuncia ante la Comisión de Derechos Humanos capitalina.

La médica sugirió a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, así como a la Secretaría de Salud local “acudan directamente al AICM para revisar la plantilla de personal, incluyendo el perfil de puesto de cada trabajador del área, así como los protocolos que se tenían antes de coronavirus en sanidad internacional, pues no es lo mismo la función y actividad que realiza personal de centro de salud, a los que se llevan en un aeropuerto.

Ante la presencia del Covid-19, Lavín Alanís estableció estrategias de vigilancia epidemiológica tras recibir el 21 de enero una circular que establecía que todos los vuelos procedentes de China, Japón, Sud­corea, Estados Unidos, así como conexiones a Tailandia e India deberían reforzar la supervisión.

Tres días después la especialista aplicó los protocolos a los pasajeros del vuelo 091 procedente de Incheon, Sudcorea, entre ellos tomarles la temperatura con termómetros tradicionales de rayos infrarrojos, ya que en ese entonces carecían de cámaras termográficas, lo que ocasionó molestia a sus superiores, incluso la acusaron de retrasar el vuelo a pesar de que existía una alerta sanitaria por el virus. A partir de entonces la removieron.

Al cuestionar a sus superiores por qué la quitaban del aérea como responsable del turno matutino, en el cual llevaba 10 años, sólo le respondieron que todos se quejaron de la revisión porque se perdieron vuelos y hubo pérdidas económicas. Yo investigue en los informes del aeropuerto y no fue cierto; además no me dieron por escrito la justificación del cambio, ni las pruebas de sus argumentos, pues son falsos, claramente se ve que fue una represalia por atreverme a decir lo que es y solicitar lo que se requiere para llevar una vigilancia epidemiológica adecuada.