Fernando Camacho Servín

El predictamen que ya circula en el Senado para regular la utilización de la cannabis en México es un documento muy bien estructurado que ayudará a detonar la potencialidad económica de la planta, y no sólo para su consumo lúdico, sino sobre todo para los usos industrial y farmacéutico, un sector que valdrá miles de millones de dólares al año.

Así lo afirmó Guillermo Nieto, presidente de la Asociación Nacional de la Industria del Cannabis (Anicann), quien llamó a las autoridades mexicanas a desarrollar un esquema amplio de cooperación entre gobierno, sector privado y universidades mediante el cual se generen diversos productos basados en el cáñamo, como plásticos, papel, cemento y combustibles.

“Ya estudiamos el predictamen y nos parece una excelente legislación, porque permite el uso lúdico, medicinal e industrial, crea un centro de estudios para la yerba y sólo permite 20 por ciento de inversión extranjera en dicha industria mexicana.

Sin embargo, lo más importante es que permite sembrar el producto en México, porque sin eso no podemos detonar una nueva industria, enfatizó el agricultor y empresario.

Sobre las críticas que hacen diversas organizaciones civiles, en el sentido de que la iniciativa de ley puede abrir la puerta de manera excesiva a las grandes compañías extranjeras –particularmente las canadienses–, Guillermo Nieto consideró que el mencionado tope de 20 por ciento evita la posibilidad de que el mercado legal en el país sea acaparado por empresas con alto poder económico.

Si bien es probable que los pequeños campesinos mexicanos no puedan competir en el terreno del uso lúdico de la planta, ni tampoco en el de la producción para abastecer a las compañías farmacéuticas, por no contar con acceso constante al agua para tener sistemas de riego, las mayores ganancias vendrán de la utilización industrial de la fibra de cáñamo.

Un ejemplo de lo anterior, subrayó el presidente de la Anicann, es que en México hay 7.2 millones de consumidores de la planta para uso lúdico, pero el desarrollo industrial podría abastecer la fabricación de las 200 botellas de PET que cada persona consume en promedio al año en el país, o la creación de las bolsas de plástico usadas por las empresas alimenticias para empacar sus productos, y ahí es donde está el negocio.

Al ingresar a este sector en particular, dijo Nieto, un campesino de temporal que hoy día obtiene 15 mil pesos al año en la siembra de maíz, podría percibir 58 mil por la venta del grano y la fibra de la cannabis, lo que sacaría a miles de personas de la pobreza.

Para ello, enfatizó, es vital que se cree un cluster canábico, en donde colaboren el gobierno, las empresas y las universidades en el desarrollo de las patentes respectivas y las nuevas tecnologías.