Hermann Bellinghausen
Cuando la humanidad dejó de culpar a Dios, o a los Dioses, de sus enfermedades y epidemias, aprendió a echarse la culpa y acusar-se entre sí. La aparición en Europa de la sífilis inaugura en el Renacimiento la enfermedad como consecuencia directa de nuestros pecados. El treponema traído del nuevo mundo por los conquistadores evidenció la promiscuidad de las realezas y la concupiscencia de las plebes cristianas. La furia calvinista vino a poner coto a las prácticas sexuales con toda clase de castigos y colores del Infierno. La licenciosidad ingenua de Bocaccio, Chaucer y el Arcipreste de Hita acabó en añicos por la Inquisición y el puritanismo angloeuropeo. Bien ironiza D. H. Lawrence que los pueblos sometidos maldijeron a Europa con la sífilis (el morbo gálico, hispánico o itálico según los chovinismos de la época), pero Europa se vengó implantándoles la monogamia y el puritanismo.