José Cueli

En tiempo de coronavirus todo pasa. Corre el agua del río que pasa y queda. Todo pasa; corre el agua del río, pero el cauce y el río mismo permanecen. Mas es necesario que haya cauce y el cauce de la vida es la verdad.

Y el cauce es tan necesario al río, que sin él no habría río sino pantano. Poeta María Zambrano, la filósofa española.

Las aguas al correr tienen su instante de ilusión de ser libres, de recobrar integridad. Mas la potencia se agota ante la falta de límites. La furia del agua encargada descendería vencida sobre el plano ilimitado.

El cauce del río es al agua la furia de la corriente del agua que por él pasa. Entonces, la angustia de pasar se transforma en el gozo de caminar, caminar.

Descubrimos en este cauce lo que hace la filosofía cuando es fiel a sí misma: el camino es cauce de vida.

La poesía de María Zambrano me sirve para ejemplificar la angustia mexicana frente al pantano estadunidense, cercado por muros y sin cauce. No se mueve, ni pasa y requiere de movimientos que le den salida.

¿Serán Joe Biden y Kamala Harris el cauce que esperamos algunos? La fórmula demócrata promueve esperanzas.

Harris, senadora y ex fiscal por California, es hija de académicos inmigrantes. Caminantes académicos. La madre india y el padre jamaicano.

Kamala no sólo será la primera afroestadunidense en ser vicepresidenta si los demócratas ganan la elección, sino que también se coloca para ser potencialmente la primera presidenta de Estados Unidos. Biden ha sugerido que si gana su gestión será una presidencia de transición, abriendo la especulación de que podría buscar cumplir sólo un periodo, ya que llegará a la Casa Blanca como el presidente de mayor edad (78 años) (La Jornada, David Brooks, 12/8/20).

El perfil de Kamala Harris obviamente será clave para una contienda marcada por el movimiento de protesta social contra el racismo sistémico más grande en la historia de Estados Unidos. Así como contra los residentes de una Casa Blanca –Donald Trump– que continúa nutriendo el racismo y la xenofobia (La Jornada, David Brooks, 12/8/20).

Kamala es la esperanza de migrantes, exiliados, gente de color, desesperados. No en balde Donald Trump la considera de izquierda. Ha recibido críticas como fiscal, por no atreverse a promover cambios y reformas del sistema judicial que continúa castigando de manera desproporcionada a sectores minoritarios en el país. Kamala es río de vivencias, cauce de las luchas de las clases media de afroamericanos, mexicanos y migrantes: humillados y excluidos.

Kamala, agua fresca de río que se refugia en los cauces, camina y camina, y borrará la línea del pantano que se ha vuelto Estados Unidos.