Roberto Garduño y Enrique Méndez

La decisión, acorde con las advertencias de Nancy Pelosi

La Cámara de Diputados pretende aprobar la próxima semana la reforma a la Ley Federal del Trabajo en una decisión acorde con la condicionante de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, de no firmar el tratado comercial si México no modifica su legislación laboral.

En el proyecto de dictamen se advierte que la reforma tiene como dinalidad no sólo agilizar los procesos de litigio entre empresas y sindicatos, sino que va contra los líderes ilegítimos que han hecho todo un negocio del sindicalismo, así como evitar que la huelga se convierta en motivo de extorsión.

Las bancadas de Morena y PT rechazaron ayer que se quiera votar la reforma con premura ante la presión de Estados Unidos. Incluso el coordinador de la mayoría, Mario Delgado, argumentó que la cámara ya planeaba votar la reforma en abril, antes de que existiera la declaración de Pelosi.

Delgado presumió que tiene la opinión favorable de las otras bancadas para aprobarla y dijo que “sólo los sindicatos charros que quieran aferrarse a la falta de democracia” votarán en contra.

En tanto, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, Alfredo Femat Bañuelos (PT), rechazó que exista presión de Estados Unidos para apresurar los cambios a la Ley Federal del Trabajo, Dijo que ayer, en la reunión con congresistas de ese país, en ningún momento cuestionaron ni condicionaron la firma del tratado a los cambios en materia laboral.

Morena pretende que la Comisión de Trabajo y Previsión Social vote el miércoles el proyecto de dictamen –que ayer empezó a distribuirse entre los diputados– yque se vote al día siguiente en el pleno.

El documento confirma que la facultad de mediación que tienen las juntas de conciliación y arbitraje se traslade al Poder Judicial, pero también se define que antes de llegar a los nuevos juicios laborales habrá una etapa de conciliación.

Con esta figura se abandona el paradigma del tripartismo como forma de integración y funcionamiento de las juntas, con el fin de mantener los propósitos de celeridad que exige un procedimiento de naturaleza preponderantemente oral.

Para la Comisión del Trabajo, la integración tripartita de las juntas generaba incertidumbre, porque los dirigentes obreros no representaban a los trabajadores, sino a sus sindicatos, que no es lo mismo.

Los representantes, indicó, no resolvían los conflictos, pues en todo caso sólo firmaban resoluciones que les presentaban las juntas. Es decir, el tripartismo generó una especie de simulación en la solución de los conflictos laborales, opinó.

En cuanto a la elección de dirigencias, el proyecto considera que la libertad y la democracia sindical son caras de la misma moneda, porque sin la primera no puede haber auténtica libertad.

Ratificó, por tanto, que la elección de dirigentes deberá ser por el voto personal, libre, directo y secreto de los sindicalizados.

El modelo prevaleciente alienta el sindicalismo de protección patronal, que distorsiona y pervierte la relación laboral; en cambio, contar con sindicatos fortalecidos y representantes legítimos mejorará la relación con el sector empresarial.

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