Arturo Cano

Traidor, es la palabra más suave que Elba Esther Gordillo y su círculo cercano usan para referirse a Juan Díaz de la Torre, antes leal colaborador de la maestra y hasta ayer presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Pero la semana pasada, entre miércoles y domingo, la profesora Gordillo y su ahora archienemigo se reunieron al menos en cuatro ocasiones para pactar un arreglo en su batalla por el control del magisterio. Ambos perdieron en ese camino.

Las reuniones fueron promovidas por integrantes del gabinete de Andrés Manuel López Obrador. Díaz de la Torre fue convocado a la primera por Olga Sánchez Cordero, Esteban Moctezuma –uno de los amores antiguos de Gordillo– y Zoé Robledo.

Ahí le hicieron una petición respetuosa de parte del presidente electo, fundada en que los maestros están muy lastimados por los agravios de la reforma educativa y que se requería un cambio sin conflictos. Era igual que pedirle la renuncia. Díaz rechazó la solicitud.

Moctezuma insistió en que la solución estaba en el regreso de Gordillo; mientras que Díaz se atrincheró en la imposibilidad legal de una restitución, entre otras cosas porque su periodo había concluido en octubre y porque la dirección sindical fue renovada apenas en febrero pasado, a instancias del entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.

Entonces los futuros funcionarios preguntaron si existía inconveniente para que en una siguiente reunión participara Gordillo.

Ya con la profesora chiapaneca en la mesa, las cosas se complicaron porque, refiere un dirigente del SNTE, la profesora quería todo. Y todo era: ser restituida, presidir el consejo que convocaría a un congreso nacional del sindicato y permanecer al frente hasta la celebración de nuevas elecciones.

Los enviados de López Obrador pidieron a los confrontados sentarse a negociar aparte. Gordillo y Díaz sostuvieron al menos dos reuniones sin la presencia de los designados, pero no llegaron a ningún acuerdo.

Volvieron a la mesa encabezada por Sánchez Cordero y ahí Díaz de la Torre propuso varias salidas, que fueron rechazadas por Gordillo: la primera, que el asunto se resolviera en tribunales; la segunda, que 10 dirigentes del grupo elbista (Maestros por México) se incorporaran a la dirección actual del SNTE. La profesora Gordillo rechazó las propuestas con el argumento de que busca su reivindicación histórica.

De vuelta a las reuniones con el equipo de transición, se perfiló una solución apegada a las leyes y los estatutos del gremio, sin restitución y sin imposición de nuevos líderes. La maestra contratacó y amenazó: si no me restituyen recorreré el país para ganar el voto de cada maestro.

Acostumbrada al control de escenarios, luego de 23 años al frente del SNTE, Gordillo arrancó la semana con un mensaje en video en el que, engallada, aseguró: Para lograr nuevamente la unidad y la fortaleza necesaria, le tomamos la palabra al presidente electo.

En rigor, le tomaron la palabra a ella, porque cuando amenazó con una gira nacional, le dijeron: justo eso es lo que queremos, elecciones libres en los sindicatos.

Pieza de sacrificio de siempre, Díaz de la Torre asumió su papel y ofreció atender la petición del equipo de la transición. La reforma de los estatutos realizada ayer, que incluye la eliminación de la figura de presidente del sindicato –creada por Gordillo para ella misma– y la elección de una nueva dirección por la vía del voto directo y secreto.

Dos pájaros de un tiro

La salida estatutaria que el Consejo Nacional del SNTE decidió para enfrentar el riesgo de una fractura deja dos derrotados y un vencedor: los perdedores son Díaz de la Torre, hasta ayer presidente del sindicato, y Elba Esther Gordillo. El vencedor, el gobierno de López Obrador, que salva, así sea temporalmente, sus compromisos con la CNTE y al mismo tiempo se deshace del lastre de su presunta aliada y las versiones de que se había comprometido a devolver el control del sindicato a la chiapaneca como pago de favores electorales.

Quedó al frente Alfonso Cepeda, líder coahuilense que en el propio SNTE ligan a Humberto Moreira y quien entre sus medallas cuenta haber pagado a un grupo de golpeadores para imponer a Soralla Bañuelos como líder en Zacatecas.

La reforma estatutaria de febrero pasado otorgó amplias facultades al secretario general, posición que Cepeda ocupa desde principios de este año, y explícitamente establece que en ausencia del presidente asume sus funciones.

En el pasado debemos encontrar la fortaleza para el derrotero arduo pero fructífero a que el futuro nos reta, sin uno y otro no seremos nada, perderemos el camino, no le serviremos a México, dijo Gordillo en su mensaje en video.

En el discurso frente a los líderes de todo el país, remate de los días que conmovieron al SNTE, Díaz de la Torre le respondió: “Esta solicitud de licencia (que no renuncia), no es un salto al pasado para regresar a los liderazgos vitalicios… (sino) el inicio de una nueva etapa de nuestro sindicalismo democrático”.

Dicho de otro modo, el pleito sigue, aunque los dos principales protagonistas resultaron perdedores.

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