José María Carmona

La profundización de la crisis del Covid, lleva necesariamente a intentar una reflexión sobre el comportamiento de los ciudadanos-del país- y la política de los diversos niveles de gobierno como políticas públicas de éstos últimos para contener la cadena de contagios.

La pregunta es ¿Quién tiene la mayor responsabilidad? Los diferentes niveles de gobierno ó los ciudadanos y la respuesta no es fácil de encontrar.

Los ciudadanos están en una resistencia permanente ante la autoridad, a la cual desafían constantemente en los diferentes aspectos de la vida social cotidiana, es decir el no acatamiento del estado de derecho que es violentado de manera constante en la vida cívica; mientras que la autoridad legalmente constituida presenta una falta de capacidad institucional, lo que significa que no tiene los mecanismos necesarios para hacer valer la ley, principalmente en el nivel de la vida local de la población.

Un ejemplo de ello, es que tanto el modelo económico como la política social es incapaz de generar los suficientes puestos de trabajo que se demanda en el mercado laboral, la informalidad económica es un problema estructural de la economía del país que junto con el empobrecimiento y la desigualdad social son los problemas estructurales de las últimas tres décadas y que el gobierno de López Obrador responsabiliza al modelo neoliberal.

Pero a parte de este factor económico están los factores sociales, culturales y cívicos que hoy se encuentran fuertemente cuestionados y porque no decir en crisis.

De esta manera, por parte de los diversos niveles de gobierno existe una política de sometimiento de la población, particularmente de los trabajadores y de sectores populares a un modelo económico y político de explotación y miseria incluyendo al gobierno de la Cuarta Transformación que es en  esencia lo que  constituye en el ámbito económico y financiero las medidas monetaristas y las leyes del mercado como mecanismo de la continuidad del propio neoliberalismo, lo que significa que nada ha cambiado en la lógica económica, se pueden citar ejemplos la austeridad en el gobierno, la política fiscal de cero déficits, la continuación y profundización de la apertura comercial a través del Tratado México-Estados Unidos-Canadá que aumenta la dependencia del país y viola la soberanía nacional, estos son aspectos esenciales  del modelo neoliberal al cual tanto combate López Obrador.

El mercado es el soberano bajo el gobierno de la 4T para regular la vida económica del país, que en tiempos de pandemia los resultados sociales son desastrosos y como se sabe en especial en materia de salud pública.

Pero los ciudadanos en el inconsciente colectivo también resisten ante los actos de autoridad porque están cansados de tantos escándalos de corrupción, de una clase política corrupta, ineficiente para dirigir o gobernar a la sociedad y llena de privilegios que ha aniquilado en fin último del sentido de la acción de gobernar y la política que es el bien común de la sociedad.

También en este periodo de tiempo los valores cívicos y sociales, como es la solidaridad han sido aniquilados por la lógica del mercado y sus atributos como es la productividad, la competitividad y la calidad que han sustituido los valores nacionales, mejor dicho los derechos democráticos y la libertad política de una sociedad plural y diversa, los  derechos de las minorías sociales que hoy pretende  eliminar el gobierno de López Obrador desde el pulpito presidencial.

La polarización social que hace el presidente, dividiendo a la sociedad entre “conservadores” y partidarios de la 4T, así como la argumentación de los programas sociales para alimentar a una base social con migajas que lanza desde el palco central de palacio nacional a los pobres son características de un populismo senil y síntomas de su crisis golpeado por la depresión económica, la pandemia y los altos niveles de violencia en el país.

Se puede afirmar que López Obrador se encuentra gobernando en solitario a pesar de sus altos índices de popularidad y arropado por la cofradía militar a la cual le ha entregado el control de ámbitos propios de la vida civil.

Tanto en el espacio económico la no existencia de una política económica encaminada a superar la depresión económica y que los programas sociales son insuficientes para superar la pobreza que golpea a la mayoría de los mexicanos, así como la subordinación a los intereses del imperio estadunidense, hacen que el gobierno de López Obrador no haga política, mejor dicho la no política.

La no política es también la absolución del general Cienfuegos y la colusión de los  diversos niveles de  gobierno con el crimen organizado para dominar amplios territorios y a la población misma ante un posible estallido social.

Pero el no acatamiento de las medidas sanitarias para combatir la pandemia o la incapacidad institucional de los gobiernos para llevar a cabo la política de salud pública son sinónimos de un deterioro de las relaciones entre los ciudadanos y los diferentes niveles de gobierno.

En conclusión el país está sometido a la no política presidencial y con ellos la mayoría de los ciudadanos, lo que significa opresión, explotación, desigualdad y miseria para la mayoría de los mexicanos, mientras que la clase política continúa con sus escándalos de corrupción, de opulencia incluyendo al poder presidencial, esto es lo que se llama la no política. Porque la política tiene dos significados antagónicos, uno como medio para la conciliación, el acuerdo del dialogo entre el gobierno y la sociedad civil y el otro de dominación, opresión y sometimiento al poder estatal y gubernamental para mantener el poder económico sobre la sociedad civil. Por lo anterior el país vive en la dimensión de la NO POLÍTICA, algo amenazante para la vida democrática del país.