chemaJosé María Carmona

López Obrador encabezo el inició de los foros para la “pacificación” del país donde su máxima expreso fue: Olvido no, perdón sí. Como si ello fuera suficiente para aliviar tanto dolor de miles de familias que son víctimas del crimen organizado que va en aumento, como si fuera suficiente para recuperar la vida de más de cien mil personas ejecutadas o muertas por una absurda guerra contra el crimen organizado, iniciada por el ex presidente Felipe Calderón, un personaje que se puso al servicio de los intereses de los Estados Unidos para contener  el trafico de drogas al país del norte.

Pero esta fallida guerra contra el crimen organizado y el combate al tráfico de drogas, a bañado al país de sangre y muerte y porque no decir de terror  a una buena parte de la población civil ya casi en todo el territorio nacional.

Ahí están las estadísticas “oficiales” y los muertos anónimos jamás identificados por las autoridades de procuración de justicia indiferentes ante los familiares que demandan justicia.

A esto hay que agregar la colusión,  de los cuerpos policiacos de todos los niveles, los gobernantes y hasta sectores del gobierno federal con el crimen organizado  y un sistema de seguridad publica fallido.

Todos los ciudadanos de este país hoy se encuentran vulnerables ante el crimen organizado, ante la caída de la rentabilidad del tráfico de drogas, la actividad  del crimen organizado se ha diversificado, el secuestro ha aumentado y no se diga la extorción telefónica que roba la calma y la estabilidad emocional  a los que son objetos de ella.

La incapacidad institucional de los órganos de procuración de justicia no responde a las necesidades de seguridad de los ciudadanos de este país, esto tomando en cuenta que mucho de ellos están penetrados por el crimen organizado.

La población no confía en las procuradurías, en sus instrumentos de investigación de los delitos, mucho menos en los cuerpos policiacos que están corrompidos la mayoría de las ocasiones.

Entonces la población no tiene un medio de defensa más que la propia auto organización; en voz baja, casi en un silencio comentan que han sido víctimas del crimen organizado en cualquiera de sus modalidades y a lo largo de estos años han surgido diversas organizaciones, los familiares de las víctimas sean visto obligadas a llevar a cabo la búsqueda de los desaparecidos y la identificación de sus familiares encontrados sin vida y muchas veces en fosas clandestinas.

Con su dolor sobre los hombros se pueden contar miles de historias trágicas que no conmueven ni a Peña Nieto ni probablemente a López Obrador.

De norte a sur, de oeste a este del país, viven en silencio su dolor por los desaparecidos y ejecutados, mientras altivamente gobernadores y Peña Nieto presumen  los supuestos avances en materia de seguridad pública, pero los secuestros, ejecuciones y extorciones continúan cotidianamente.

Solamente las autodefensas y las policías comunitarias hasta ahora han demostrado que pudieron con eficacia detener tanta violencia, muerte y sangre en este país llamado México, es el único camino a seguir la autodefensa de la población ante tanta corrupción en el ámbito de procuración de seguridad y justicia.

Los familiares de las victimas continúan con su peregrinación, tocando las puertas de las instancias oficiales, mientras que encuentran como respuesta la indiferencia y la omisión cómplice de las autoridades; mientras tanto el resto de la población civil comenta en voz baja, casi en silencio entre familiares y amistades, compañeros de trabajo, sino fueron victimas del crimen organizado. Son voces del silencio que a lo largo y ancho del país su eco se propaga con impotencia e indignación. Por eso López Obrador se equivoca no puede a ver perdón ni mucho menos olvido tan solo ¡justicia!, es de esperarse que a usted estimado lector no le haya alcanzado la desgracia de ser víctima del crimen organizado.               

   

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