chemaJosé María Carmona

El próximo gobierno de AMLO tendrá que enfrentar muchos obstáculos en términos económicos y financieros, aunque como se sabe su propuesta de política económica está fundamentada en la reasignación del gasto público y la austeridad republicana.

Una de las medidas que ha causado mucha polémica es la reducción de los salarios de los altos funcionarios del gobierno federal en un 40 por ciento, - que por ciento todavía  son insultantes para los trabajadores de este país – dicha medida es insuficiente para un gobierno como el que representa López Obrador, mas aun cuando en su discurso ha dicho que primero se atenderán las necesidades de la gente pobre, cosa que resulta contradictoria con el nivel de los salarios antes citados.

Es cierto que el cargo de presidente de la republica es de mucha responsabilidad y por lo tanto debe de estar bien remunerado, sin embargo los 108 mil pesos que pretenden ganar el nuevo presidente es todavía muy alto para un servidor público.

El proyecto político de López Obrador en materia de los salarios deja mucho que desear y reduce a la mitad por decirlo de alguna manera, los privilegios de la alta burocracia federal, es decir el presidente  virtualmente electo López Obrador se bajara el salario presidencial pero un “poquito”.

Pero los privilegios continuaran para la burocracia de primer nivel, porque hay que tener presente los gastos de representación en el ejercicio gubernamental.

Aunque AMLO plantee la austeridad republicana, el diferencial entre el salario presidencial  y lo que percibe la mayoría de los asalariados del país es muy grande; diversas fuentes señalan que el 40 por ciento de los trabajadores ganan dos salarios mínimos al mes aproximadamente 4 mil 500 pesos mensuales.

A demás de este monto se tiene que pagar impuestos y la cuota a la seguridad social por ley, independientemente de los descuentos adicionales que tenga el trabajador por créditos en la vivienda o ahora de nomina.

La propuesta de deducir los salarios de los altos funcionarios del gobierno federal y de los otros poderes de la republica, así como de los órganos autónomos es insuficiente y ofensiva  para el pueblo trabajador al que tanto evoca López Obrador.

Existe una anécdota de cuando en Rusia el partido de los bolcheviques tomaron el poder, el salario de los funcionarios del poder soviético, comenzando por Lenin era el equivalente a un salario de  un trabajador calificado que si se traduce al caso mexicano López Obrador debería ganar un salario equivalente a 15 mil pesos mensuales que es lo que gana en promedio un obrero calificado de la industria automotriz.

Para poder aplicar la consigna siguiente que corean en las manifestaciones los trabajadores: ¡salario mínimo al presidente para que vea lo que se siente!

Y de esta manera la burocracia federal no pudiera ganar más que el presidente al servicio del país, donde la mayoría de la población en edad de trabajar no cuenta con el sistema de seguridad social derivado de un empleo formal con todas las prestaciones.

Así la población asalariada en su mayoría no alcanza a ganar más de dos  salarios mínimos en este país y son los responsables de mover al conjunto de la economía.

A lo anterior hay que agregar, la pérdida del poder adquisitivo de los salarios en  los últimos 15 años del 75 por ciento según varios estudios sobre el comportamiento salarial.

De esta manera la polémica de que la reducción de los salarios de la alta burocracia del gobierno federal es falsa y por lo tanto el argumento de la austeridad republicana y reducir los privilegios entre los servidores públicos de primer nivel deja mucho que desear para la mayoría de la población asalariada  que sobre vive apenas con dos salarios mínimos al mes.

Por eso cobra vigencia la consigna: ¡salario mínimo al presidente para que vea lo que se siente!    

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