chemaJosé María Carmona

Lo que se expone en esta entrega está fundamentado en categorías de la ciencia política y no en calificativos de carácter personal o subjetivo que en los últimos años forman parte de un debate dentro de la izquierda de América Latina y que hoy tiene relación con el avasallante triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador y Morena.

Muchos analistas han dicho que el futuro presidente del país supo capitalizar el hartazgo social contra el gobierno de Peña Nieto y el sistema de partidos imperantes hasta antes del pasado 1 de julio.

El resultado ya se puede calificar como un hecho histórico, López Obrador llega a la presidencia con un gran capital político y social que tendrá que acrecentar o perder durante su periodo presidencial.

El hartazgo social y político es causa de la corrupción, la violencia, los escándalos políticos y el deterioro acelerado de las condiciones de vida y de trabajo de millones de mexicanos.

Este descontento  tarde o temprano  debería de tener una válvula de escape y por ahora fueron las urnas donde se deposito toda la furia y los agravios recibidos por la clase política corrupta. El resultado del pasado domingo es tan potente que hizo volar en mil pedazos al sistema de partidos vigente hasta en toces lo que significa el nacimiento de  una nueva configuración del sistema político mexicano.

El PRI, el PRD y el PAN quedaron reducidos a su mínima expresión y su representación en el Congreso de la  Unión no tendrá el contra peso necesario que necesita todo régimen democrático; porque López Obrador y su Morena arraso con todo.

La insurrección electora de carácter popular del pasado 1 de julio tan solo es el primer paso del pueblo de México para transformar  las condiciones de vida y de trabajo de los mexicanos, con esta esperanza fueron a echar al régimen político dominante y corrupto.

De esta situación, López Obrador es consiente junto a las cúpulas empresariales y el propio gobierno de lo que queda de Peña Nieto; tan solo ahora existe una mediación entre amplios sectores sociales y el gobierno Peñista que es el resultado electoral y que el gobierno de López Obrador empiece a cambiar la situación a favor de la mayoría de la población.

Es por ello, que Ricardo Anaya candidato del PAN y PRD y José Antonio Meade del PRI salieron de inmediato a reconocer su derrota y posteriormente los empresarios; después  de que Lorenzo Córdova presidente del INE confirmara las tendencias de las encuestas de salida y el triunfo contundente de López Obrador  y Morena, el presidente Peña Nieto también tuvo que salir a reconocer la victoria del tabasqueño.

Como se ha dicho,  el tsunami de Morena limpio toda la basura política al menos en el terreno electoral, pero esto no fue casual sino producto de la movilización de millones de ciudadanos incluyendo los que organizaron la elección y pusieron un basta a la situación política.

El  primer mensaje de López Obrador estuvo dirigido a los grupos financieros, a los capitales internacionales y a las cúpulas empresariales, al decir  que la transición será ordenada y sin sobre  saltos para evitar una crisis económica y financiera en el país y el segundo discurso en la plaza de la Constitución en el festejo con sus simpatizantes por  el triunfo electoral volvió con su discurso populista de acuerdo a los analistas.

Y es que López Obrador tiene la sensibilidad política y por lo tanto también tiene que comprometerse con lo que ofreció en campaña en materia de combate a la corrupción, la reducción de los altos salarios a los funcionarios de primer nivel de su gobierno incluyendo el propio y el aumento de las pensiones a los adultos mayores.

Pero todavía queda una amplia agenda en materia de crecimiento económico y combate a la inseguridad, entre otras cosas.

El resultado electoral del 1 de julio deja dos lecciones, la primera que destruyo el sistema político de partidos, inaugura uno nuevo cuya característica principal es la concentración del poder no solo en una sola fuerza política, sino también en  la figura presidencial de lo cual se analizara en otra entrega y la segunda de todas las fuerzas políticas y económicas dominantes del país tienen que seguir por canalizar el hartazgo social ahora por la vía institucional y el poder de la figura presidencial en manos de López Obrador, para poder reconstruir otro sistema político que sea un amortiguador entre los amplios sectores sociales de indignados y el nuevo gobierno de López Obrador  y los poderes facticos que hoy golpean a millones de mexicanos en el país.   

                               

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