chemaJosé María Carmona

El debate presidencial, dejo mucho que desear a pesar de la novedad en el formato. Ya en los programas posteriores al mismo analizaron el contenido, pero el mismo no dejo claro ninguna propuesta de política pública para cada uno de los temas.

En una primera parte los tres candidatos y la candidata dedicaron todo el tiempo a atacar a Andrés Manuel López Obrador y la segunda Ricardo Anaya y José Antonio Meade utilizaron todo el tiempo para atacarse mutuamente, aunque los analistas dan por ganador a Ricardo Anaya, lo cierto es que las posiciones no se movieron, y por su parte López Obrador pudo llevar a cabo su estrategia de no caer en la provocación.

Pero no hubo sustancia en el debate, al contrario en diversos momentos se utilizo términos únicamente entendibles para los propios candidatos que fueron hasta el ridículo, en especial Jaime Rodríguez “el Bronco” cuando dijo que había que mocharles las manos a los corruptos, entonces los otros candidatos discretamente escondieron las manos, una ocurrencia chusca.

Entre las muchas acusaciones y descalificaciones salieron como pequeñas chispas de luz algunas propuestas. Ricardo Anaya propuso desmantelar a las organizaciones criminales; legislar la revocación de mandato; reformar el artículo 108 constitucional para que el presidente sea juzgado por corrupción; también se pronuncio por una prensa libre y una sociedad fuerte; eliminar el uso de dinero en efectivo en las transacciones de gobierno, para finalmente reconocer la deuda histórica con los pueblos indígenas, los migrantes, las personas con discapacidad y los niños que se van a dormir con hambre.

Por su parte López Obrador, también propuso la reforma constitucional para la revocación de mandato; atender las causas de la violencia, en particular de la pobreza; convocar a expertos para definir los términos de combate a la inseguridad y en la amnistía; acabar con la corrupción y gobernar con el ejemplo; reducir los sueldos de los de arriba para incrementar los de los de abajo; ofreció crecimiento económico, creación de más empleos y mayores oportunidades para los jóvenes y un acuerdo con el pueblo para que la honestidad sea una forma de vida y de gobierno.

En cuanto a las propuestas de José Antonio Meade, ofreció que antes de los primeros 100 días de gobierno propondrá una iniciativa para un código penal único del país; otra propuesta es fortalecer a la policía reconocer a las fuerzas armadas y darles certeza jurídica; escuelas y guarderías de tiempo completo; obligatoriedad de la declaración patrimonial para funcionarios, conocida como siete de siete; incorporar al SAT y la Secretaria de Hacienda al Sistema Nacional Anticorrupción; que ningún niño nazca en pobreza extrema y seguridad social para las trabajadoras del hogar y recuperar valores y reconstruir comunidades como base de la prevención.

Jaime Rodríguez, propuso cortar la mano a los funcionarios corruptos y a los delincuentes; la presencia militar en las preparatorias; que el país sea gobernado por un presidente independiente y legisladores autónomos; cambiar el sistema de seguridad y consultar a los especialistas; Fiscal autónomo elegido por la sociedad; policía cibernética que dependa directamente del presidente y mejorar sus condiciones laborales; motivar la inversión y no crear programas sociales que generan la pobreza.

Por lo que se refiere a Margarita Zavala propone mantener la misma estrategia de seguridad; consolidar el Sistema Nacional Anticorrupción; crear un observatorio ciudadano que revise la conducta del presidente; Fiscalía autónoma e independiente, con un nuevo diseño; igualdad para las mujeres y generar condiciones para que los jóvenes se conviertan en emprendedores; fortalecer la cultura de la legalidad; impulsar un gobierno que no dé vergüenza; terminar con la impunidad en los 10 casos que más nos duelen y mejorar la tecnología para aumentarlas capacidades de inteligencia e investigación.

Como se puede apreciar, por lo anterior, las propuestas hechas por los candidatos presidenciales carecen de los “cómos” para hacerlas viables en el corto plazo.

Así el debate de los candidatos a la presidencia dejo mucho que desear; lo importante no se dijo y lo peor fueron los ataques; de esta manera el electorado quedo en último lugar de importancia, los candidatos no tuvieron una estrategia para motivar y mucho menos de convencer a los ciudadanos de que uno de ellos es la mejor alternativa para los problemas nacionales.

De esta manera se puede sintetizar el debate presidencial como muchos ataques y pocas propuestas para un país violentado y en pobreza, harto de la corrupción y la impunidad con una clase política impresentable y opulenta.    

                             

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