chemaJosé María Carmona

Las combinaciones de los fundamentalismos políticos sociales con los religiosos son una amenaza para la democracia o el régimen político democrático como el que existe en el país con todas sus deficiencias.

Lo anterior está relacionado con la propuesta de Andrés Manuel López Obrador, quien ha propuesto una  constitución moral para el país que según él es necesaria para restablecer la convivencia  social, combatir la corrupción y rescatar los valores sociales y cívicos de los mexicanos.

Esta propuesta resulta temeraria porque implica la imposición de un código de ética para todos los mexicanos contrario a la pluralidad política y la diversidad social del país y atenta en contra de las libertades políticas, democráticas y sociales, así como los derechos humanos, principalmente de las minorías nacionales.

Es cierto, que el país en términos sociales enfrenta una degradación que se traduce en violencia, altos  índices de criminalidad y corrupción de los gobernantes, pero eso es producto de factores económicos y sociales como es el agotamiento del modelo económico, el empobrecimiento de la población como producto de la política neoliberal, además de la desigualdad y la falta de movilidad social.

Existen otros factores de carácter ideológico como es la competencia en todos los ámbitos tanto económicos como sociales y el culto al individualismo como un valor ético.

Pero también el bajo grado de institucionalidad o el no apego al estado de derecho, que se traduce en el deterioro de las instituciones públicas y gubernamentales.

De igual manera, hay que tomar en cuenta el repudio social hacia el gobierno peñista, los escándalos de corrupción en todos los gobernantes de todos los partidos políticos y el deterioro del poder adquisitivo de los ingresos y los salarios, también la clase media a resultado dañada por todos estos factores.

Es así, que la pérdida de confianza hacia los gobernantes, la clase política y las instituciones públicas y gubernamentales por parte de la mayoría de los mexicanos hasta llegar al repudio popular es otro componente en la crisis política-institucional.

Este descontento social, lo aprovecha  López Obrador  de creencia evangélica muy en su derecho, introduciendo  en el discurso político valores éticos-religiosos que atentan contra el Estado laico lo que resulta peligroso de resultar el próximo presidente del país.

Muy independiente de considerar  su personalidad mesiánica para resolver los problemas nacionales, también es un atentado a la democracia y la pluralidad social como ya se dijo.

Este fenómeno político y social no es nuevo en América Latina, fue parte del discurso de Hugo Chávez y ahora de Nicolás Maduro en Venezuela, pero también de Donald Trump o las teocracias de los países árabes entre otros ejemplos.

También en la derecha mexicana y más concretamente en la doctrina del panismo existe un profundo pensamiento fundamentalista, por ejemplo la negación del derecho al matrimonio igualitario, la despenalización del aborto así como la legalización de las drogas con la finalidad de disminuir la violencia, son temas que polarizan todavía a la opinión pública y qué decir de la discriminación social y la violación a los derechos humanos, así como los derechos de la diversidad sexual y de las familias no tradicionales.

Entonces, una constitución moral como la propone monseñor López Obrador para regenerar a la sociedad mexicana, esto sí es un peligro para la democracia en una sociedad diversa y plural donde se han ganado derechos para las minorías sociales, es imponer una sola visión a nombre de la moral por un mesiánico, como es monseñor López Obrador; algo inadmisible para la vida democrática del país.

                 

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