chemaJosé  María Carmona

Es inevitable hablar de la  renegociación  del Tratado de Libre Comercio de América del Norte  (TLCAN), donde se definirá el futuro comercial del país, ante la ofensiva de Donald  Trump consistente en reducir el déficit comercial entre Estados Unidos y México favorable para el segundo país.

Por lo menos hay siete puntos que el presidente estadunidense pretende  negociar a favor de su país, y que ponen a las autoridades comerciales de México a la defensiva después de la primera ronda de negociación.

En primer lugar esta, reducir el déficit comercial de 60 mil millones de dólares favorables para México; en este sentido hay que señalar que tal déficit es consecuencia del intercambio comercial al interior de las empresas extranjeras que operan en el país, es decir que una misma corporación  realiza intercambio comerciales, principalmente las industrias automotrices.

En segundo término están las reglas de origen, donde la parte negociadora estadunidense pretende aumentarlas en el componente regional de un 62.5  hasta un 90 por ciento, lo que significa que todas las partes de una mercancía de exportación fabricada en un determinado país miembro del acuerdo comercial debe de contener ese porcentaje en todas sus partes lo que dificulta la cuantificación para las compañías de no origen de la región de América del norte, principalmente las europeas y japonesas que operan en México, las productoras de automóviles y productos electrónicos, particularmente de teléfonos inteligentes y tablet, donde resulta complicado saber el origen de sus componentes.

Existe el  temor es que, en busca de una mejor balanza comercial, la administración Trump insista en imponer nuevas restricciones en la forma de un uso más extendido de las cuotas. Eso representaría un cambio hacia el llamado “comercio regulado”. Las cuotas ya son una característica del comercio dentro del TLCAN en el ámbito de los productos agrícolas sensibles, como el azúcar y los productos lácteos. Sin embargo, ir más allá en el TLCAN  pudiera ocasionar que cesaran las conversaciones.

Las tres partes han comenzado a describir la meta de las nuevas negociaciones como una “modernización” del TLCAN. Eso significa añadir capítulos sobre cosas como el comercio electrónico. Pero la administración de Trump y los sindicatos estadounidenses también quieren que las nuevas normas laborales obliguen a subir los salarios en México y así reducir la ventaja de costos que atrae a las fábricas al sur de la frontera. México había aceptado nuevas reglas de salario mínimo como parte del Acuerdo de Asociación Transpacífico -TPP, por sus siglas en inglés- que Trump desechó, y los sindicatos han argumentado que las reglas del TPP no fueron suficientemente estrictas.

Por otra parte, Estados Unidos  quiere desechar una característica del TLCAN conocida como el “Capítulo 19”, el cual les permite a Canadá y a México impugnar las medidas “antidumping” (contra la exportación de productos debajo del costo de producción) y otras medidas comerciales impuestas por EU. Pero ésa es una línea roja para Canadá, y la historia sirve de testigo de que es poco probable que Ottawa ceda.

Como se sabe México tiene 46 acuerdos comerciales internacionales, pero el más importante es el TLCAN  donde se concentra el 80 por ciento del comercio exterior del país.

Actualmente el tratado comercial beneficia a 482 millones de habitantes, que representa el 7 por ciento de la población mundial.

También genera el 28 por ciento del Producto Interno Bruto mundial, y representa el 16 por ciento del comercio global.

El intercambio comercial entre México, Canadá y Estados Unidos tiene un valor de más de 700 mil millones de dólares.

De cada 100 dólares de intercambio comercial de México, 66 dólares son con Canadá y Estados Unidos  equivale al 48 por ciento del (PIB) del país.

Canadá y Estados Unidos son fuentes del 53 por ciento – el equivalente a 276 mil 501 millones de dólares – de la Inversión Extranjera Directa (IED) que México ha recibido desde 1994 al primer semestre del 2017.

De esta manera, la parte negociadora mexicana se encuentra a la defensiva de su contraparte, porque el objetivo principal es que no se impongan medidas unilaterales por parte del gobierno estadunidense como medidas  arancelarias o que abandone el TLCAN.

Pero  por los tiempos políticos toda la parte acordaron que la negociación sea rápida y pueda concluir al final del año cosa demasiado difícil por el inicio del proceso electoral en México; al termino de la primera ronda todas las partes se reservaron los avances de esta renegociación del TLCAN, pero los representantes del gobierno mexicano tienen una posición a la defensiva para que no se pierda lo ganado hasta ahora. Todavía es muy pronto para pronosticar el desenlace final de un tratado que significa dependencia económica y financiera para el país.         

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