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José María Carmona

Tal parece que la era del libre comercio está por terminar y con ello es el inicio de la famosa globalización que comenzó en 1989, después del derrumbo del Muro de Berlín.

En el país la liberación comercial inicio en 1986, con el ingreso de México al Gatt que era el acuerdo de aranceles y comercio mundial; a partir de entonces de manera unilateral las autoridades comerciales empezaron a reducir los aranceles hasta la firma del TLC en 1994.

Hoy a veintitrés años de la firma del TLC se encuentra duramente cuestionado por el gobierno de Trump lo que significaría potencialmente de no llegarse a una renegociación favorable a los intereses estadounidenses el término del tratado comercial.

De esta manera, como lo declaro el presidente estadounidense el TLC ha sido favorable para México en términos de la balanza comercial con un superávit por 60 mil millones de dólares anuales.

Aunque para varios analistas el término del TLCAN no significaría que las exportaciones mexicanas equivalentes a 250 mil millones de dólares tuvieron que pagar un arancel en promedio entre dos a nueve por ciento ya que el país como parte de la Organización Mundial de Comercio tiene derecho preferencial en el acceso de las exportaciones a Estados Unidos.

La argumentación de Trump ha de negociar el tratado comercial es que México le roba las industrias del sector automotriz y empleos al ofrecerle a los inversionistas salarios muy bajos; en contra posición Trump ofrece bajar los impuestos de 35 a 15 por ciento sobre la renta y otros estímulos fiscales para que las compañías automotrices norteamericanas regresen a Estados Unidos y vuelvan a generar empleos que según el magnate también fueron robados.

Pero en el fondo de las cosas, lo que está en cuestión es la nueva estrategia proteccionista, que significa terminar con la época de libre comercio en pleno internacional.

El 80 por ciento del comercio exterior de México, se realiza con Estados Unidos y ante la posibilidad de que las exportaciones mexicanas sean gravadas con un impuesto del 35 por ciento por parte del gobierno norteamericano hoy se habla de diversificar el comercio exterior del país con Europa, América Latina y África, lo que resulta imposible porque el intercambio comercial con Estados Unidos es de carácter estructural.

Lo anterior significa que la mayor parte del comercio exterior del país es realizado por las propias empresas estadounidenses en el territorio nacional por una parte y por la otra se tiene que llevar a cabo una restructuración también producida y logística lo que implicaría pérdidas de competitividad internacional para el país.

Todo indica que las fronteras se cerrarán, lo que implica el fin de una era comercial aparentemente favorable para la economía mexicana.

Con la estrategia proteccionista en términos comerciales de Trump se abre un periodo de guerra comercial particularmente con China, cambiando radicalmente las reglas del comercio internacional donde el intercambio de bienes y servicios se realiza únicamente en un 75 por ciento entre dos docenas de países.

Lo que se pensó de la época globalizadora al principio está altamente cuestionado particularmente por los países en vías de desarrollo o dependientes.

Según los principios de la globalización, la apertura comercial también implicaría libre movimiento de capitales y de personas lo que no sucedió. Hoy la mayoría de los países no industrializados son más dependientes del mercado internacional, sus estructuras productivas prácticamente se han desmantelado y con ellas las cadenas productivas como es el caso de la economía mexicana.

Así de esta manera al inicio de lo que seguramente será el final de la era de la globalización o el libre comercio que ha tenido como consecuencia el aumento de la desigualdad económica y social y la concentración del ingreso mundial en unas cuentas manos que se reproduce para el caso de México, donde es probable que terminara la era del libre comercio.           

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