Javier Flores

En medio de la lucha por acabar con el saqueo a Petróleos Mexicanos (Pemex) y la crisis en la distribución de gasolina, uno de los datos que más llaman la atención es la baja capacidad del país en la producción de este combustible para el consumo interno. De acuerdo con el actual director de la paraestatal, Octavio Romero Oropeza, mientras en 1990 se importaban 36 mil barriles diarios de gasolina, en la actualidad se compran al exterior 591 mil barriles diariamente, además de 235 mil de diésel y 54 mil de turbosina.

México produce en las seis refinerías con las que cuenta apenas 20 por ciento de petrolíferos que consume y adquiere el resto de otros países, lo que de acuerdo con la secretaria de Energía, Rocío Nahle, las importaciones han costado a la nación 55 mil millones de dólares en los últimos 10 años (más de un billón de pesos actuales).

Lo anterior ha llevado al gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y a su equipo en el sector energético a la elaboración de un Plan Nacional de Refinación, que fue presentado el pasado 9 de diciembre. Consiste en la rehabilitación de las refinerías de Salamanca, Minatitlán, Madero, Cadereyta, Salina Cruz y Tula. Se construirá, además, una nueva planta de refinación en la localidad de Dos Bocas, Tabasco, con lo que se espera alcanzar la autosuficiencia en la producción de gasolinas en tres años.

Se trata de un plan tan ambicioso como necesario. Pero para crear una nueva refinería y poner a punto las seis existentes se requiere, además de cuantiosos recursos económicos, de una gran capacidad científica y tecnológica. En cuanto al dinero, este año Pemex recibió un aumento considerable en su presupuesto, y cuenta con 464 mil 600 millones de pesos en 2019 para afrontar entre otros temas el arranque de este proyecto.

Son numerosas las acciones necesarias para la rehabilitación de las seis plantas. Para ello se requiere de creatividad, experiencia, conocimientos y tecnología avanzada, ni qué decir para la creación de la nueva refinería. Rocío Nahle mencionó que para este fin se contempla seleccionar a las mejores firmas del mundo, con amplia experiencia en la construcción de refinerías, con las mejores prácticas de ética, transparencia y profesionalismo. Llama la atención, sin embargo, que durante la presentación de este plan en ningún momento AMLO, la secretaria de Energía o el director de Pemex hicieron alguna mención a la participación del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) en este importante proyecto.

Creado en 1965 por iniciativa del entonces presidente de Pemex, Jesús Reyes Heroles, el IMP nació con el objetivo de desarrollar proyectos de investigación básica y aplicada, la formación de investigadores y capacitación de obreros, así como la difusión de los desarrollos científicos y su aplicación en la industrias petrolera, de petroquímica básica y derivada, así como en la química. Su primer director fue nada menos que el ingeniero Javier Barros Sierra.

A lo largo de 53 años, este instituto ha experimentado la evolución de sus objetivos (incluida la protección del medio ambiente) obteniendo grandes logros y fue, en la etapa de mayor auge de esta industria, uno de sus pilares más importantes creando patentes y desarrollos que incluso fueron exportados.

Luego México ingresó a la etapa de desmantelamiento de las empresas del Estado y el IMP estuvo a punto de ser destruido. Hubo dos momentos particularmente graves de los que dimos cuenta en este espacio: durante el proyecto de modernización de Pemex emprendido por Felipe Calderón (La Jornada, 15/4/08), y después en la reforma energética de Enrique Peña Nieto, en cuyas leyes secundarias se pretendió desaparecer al instituto y transferir todos sus activos a Pemex (La Jornada, 17/6/14). Afortunadamente no lo consiguieron.

La gran pregunta es si el Plan Nacional de Refinación y otros programas en materia petrolera se apoyarán en el IMP. Recientemente, en una de sus conferencias mañaneras, AMLO ha sugerido que sí lo hará, otorgando recursos que se contabilizarían como gasto en ciencia, tecnología e innovación (CTI). Por ahora, en el presupuesto aprobado para 2019 no hay evidencia de que esto será así, a menos que en el transcurso de este año Pemex transfiera parte de sus fondos al instituto, lo cual es por ahora una suposición.

Tres reflexiones finales: a) hay quienes piensan que invertir en la producción de gasolina es erróneo, pues la tendencia mundial es hacia los autos eléctricos, pero este tránsito será gradual y México tiene ahora una sangría de 110 mil millones de pesos anuales por importación de combustibles que hay que detener; b) si se transfieren recursos de Pemex al IMP en 2019, AMLO podría cumplir con su ofrecimiento (incumplido) de otorgar a CTI recursos iguales o mayores que en 2018, y c) se observa que la política de CTI se decide fuera de los cauces convencionales y queda casi exclusivamente en manos del Presidente.

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