Javier Flores

Hace algunos años fue muy celebrado un grupo de potencias emergentes conocido como BRIC (acrónimo de Brasil, Rusia, India y China). Un elemento común a todas ellas, y que en mi opinión explicaba su éxito, era la inversión que realizaban en ciencia y tecnología, la cual era superior al uno por ciento de su producto interno bruto (PIB). Pero en el siglo XXI la situación ha cambiado mucho en algunas de estas naciones, como ocurre hoy en India y Brasil, donde las comunidades científicas tienen que movilizarse en busca de retomar el camino de crecimiento científico que sus gobiernos han decidido sacrificar.

India ha sido la cuna de grandes científicos, como Chandrashekhara Venkata Raman, quien obtuvo el Premio Nobel de Física en 1930 por sus trabajos sobre la dispersión molecular de la luz; en 1995, el físico y matemático Subrahmanyan Chandrasekhar obtuvo también ese galardón por sus estudios teóricos de los procesos físicos en la formación y evolución de las estrellas, y en 1968, Har Gobind Khorana obtuvo el Nobel en fisiología y medicina por sus estudios sobre la interpretación del código genético y la síntesis de proteínas. Pero hoy esa nación, que ha dado lugar a esas y otras glorias científicas, pasa por una crisis que ha llevado a la comunidad científica de esa nación a lanzarse a las calles en protesta por la escasa atención que sus gobernantes brindan a las tareas científicas y tecnológicas.

En una nota publicada en Nature el pasado 9 de agosto, TV Padma describe cómo miles de científicos, estudiantes universitarios y entusiastas de la ciencia salieron a las calles ese día en decenas de ciudades para marchar en apoyo de la ciencia, protestando por los bajos niveles de financiamiento para la investigación y quejándose por la promoción gubernamental de ideas no científicas. En las manifestaciones algunos prestigiados investigadores no pudieron participar por una prohibición gubernamental directa a que lo hicieran.

La manifestación, que llega cuatro meses después de la Marcha Mundial por la Ciencia, pone el énfasis en que a pesar de las promesas de los diferentes gobiernos de incrementar la inversión a 2 por ciento del PIB, esto no ha ocurrido, pues el financiamiento no ha variado significativamente de 0.9 por ciento en la década pasada.

Por otra parte, y aunque el contexto es muy diferente, en Brasil, las posturas de la comunidad científica se han radicalizado. En marzo de este año, el gobierno encabezado por Michel Temer anunció un nuevo recorte de 44 por ciento en el presupuesto propuesto para la ciencia, llevándolo al nivel más bajo en 12 años. Aunque los ajustes afectaron a casi todos los ministerios federales, la reducción del gasto en ciencia fue particularmente fuerte, porque ya había sido recortado cada año desde 2013, escribe Anna Petherick en una nota publicada el jueves pasado en la sección de noticias de la revista Nature. La autora añade que esto ya ha comenzado a provocar el éxodo de investigadores y estudiantes de ciencia hacia otras naciones en busca de mejores oportunidades.

Los medios brasileños han dado cuenta recientemente de cómo la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), que es la mayor organización de la comunidad científica en ese país, con más de 6 mil miembros y 100 sociedades científicas asociadas, emitió una resolución que fue enviada hace pocos días a los presidentes de las cámaras de diputados y senadores, así como a representantes de todos los partidos políticos brasileños, en la que se pronuncian abiertamente por la realización de elecciones anticipadas.

Brasil está inmerso en una grave crisis política y económica. El gobierno actual ha implementado un programa para retirar derechos del pueblo brasileño y ha conducido a la ciencia nacional al peor presupuesto de las décadas recientes, dice la misiva dirigida también a todos los parlamentarios del Congreso Nacional.

Los científicos brasileños recuerdan al gobierno de Temer que su llegada a la presidencia y las políticas que ha impuesto no corresponden con un procedimiento democrático: Las medidas adoptadas van en la dirección contraria a la opinión expresada en las urnas por la población brasileña y no pasaron por el tamiz popular, además de que son fuertemente rechazadas por la sociedad, dicen en su carta, en la que subrayan el alto índice de rechazo a propuestas como la Enmienda Constitucional 95, que congela las inversiones en las áreas sociales, incluidas ciencia y tecnología, para los próximos 20 años.

Las recientes denuncias de la Procuraduría General de la República sobre actos de corrupción que involucran al presidente y algunos miembros de su equipo dejan evidente que el actual gobierno no tiene condiciones de conducir reformas y medidas tan impactantes para la vida de la población, dicen los académicos que concluyen su misiva diciendo: En función de esto y de la histórica participación de la SBPC en momentos cruciales para la democracia brasileña, nos posicionamos en defensa de las elecciones directas.

Lo que ocurre en India y Brasil es un mensaje para todo el mundo en desarrollo sobre la fragilidad del progreso económico en ausencia de un proyecto que incluya el desarrollo científico y tecnológico de largo plazo, así como sobre el creciente papel de los científicos en la lucha contra los gobiernos con políticas regresivas en este sector.

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