Poco importaron las más de dos horas de espera. El inclemente sol no los derrotó, tampoco la incomodidad de permanecer de pie durante ese lapso. Ni siquiera el hecho de que se acercaba la hora de comer podía disuadirlos de estar ahí. Nadie se movía y cada uno buscaba, en su muy particular estilo, el mejor ángulo para ver de cerca al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.

Su visita de ayer a Palacio Nacional no fue la excepción. Como ha sucedido desde que ganó la elección presidencial, a prácticamente cada lugar que acude, decenas de personas aparecen para hacer patente su apoyo, solicitarle no traicionar al país o simplemente para verlo en persona.

Era la una de la tarde con 10 minutos cuando el Jetta blanco en el que viaja el presidente electo llegó hasta la Puerta Mariana de Palacio Nacional. Obrador, Obrador, fue el grito. Bajó la ventanilla y saludó a todos esos fieles que, estoicos, no sólo soportaban el intenso calor, sino algunos empujones. Descendió del auto y de lejos los volvió a saludar. Ese sólo gesto fue suficiente, siguió el estrépito: Presidente, presidente.

Don José, de 78 años, no dejaba de aplaudir. Logró contener su emoción. Pero al preguntarle: ¿Alguna vez pensó verlo en Palacio Nacional?, en su adusto rostro aparecieron algunas lágrimas, al tiempo que decía: ¡Por fin ganamos! Vivo para contarlo.

Dos mujeres mayores se sujetaban una a la otra mientras prácticamente corrían hasta donde vieron el tumulto. Su decepción fue mayúscula. No llegamos, dijo una; vamos a esperar, propuso la otra. En ese instante llegó el canciller Luis Videgaray y una de ellas gritó: Regresen todo lo que se van a llevar. Entre risas de quienes testificaron su valentía, su amiga repuso: Ya con que no se lleven más, estamos.

Martha, de 66 años, viajó en Metro desde la colonia Granjas Estrella, en Iztapalapa, con un solo fin: Deseaba verlo aquí, en Palacio Nacional, porque así como es la vida, qué tal y no llego al Grito (de independencia).

La algarabía alcanzó tal nivel que una joven alemana se acercó a averiguar qué pasaba. Acompañada de su compañero, un mexicano que desde muy pequeño vive en Alemania, se dijo sorprendida del fenómeno que causa López Obrador. No es normal ver a un presidente tan querido por su gente.

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