Andrea Becerril y Víctor Ballinas

El Senado conmemoró ayer el centenario de la Constitución de 1917 con una sesión solemne en la que se confrontaron visiones. Las fracciones de PRD y PT advirtieron que las reformas estructurales impuestas acabaron con el espíritu social y nacionalista de la Carta Magna, mientras el PRI sostuvo que se trata de un documento vivo y llamó a la unidad para enfrentar los embates del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

El coordinador priísta, Emilio Gamboa, resaltó que el país vive ‘‘tiempos complejos y muy difíciles que exigen decisión y firmeza, y no debemos permitir que nada nos divida. Hoy más que nunca debemos privilegiar la unidad para garantizar nuestra soberanía y defender siempre los intereses de México’’.

Expuso que en este sexenio se ha aprobado la mayor cantidad de reformas constitucionales, después de las formuladas en 1917, y han sido la vía ‘‘para la consolidación de grandes conquistas nacionales’’, entre ellas la protección y respeto de los derechos humanos.

A su vez, el coordinador panista, Fernando Herrera, advirtió que el gobierno mexicano de ninguna manera debe aceptar condiciones indignas, ofensivas o abusivas en la negociación con Estados Unidos. Reconoció que las recientes reformas estructurales ‘‘aún no se han reflejado en resultados concretos en favor de los mexicanos’’.

Críticas a la reforma energética

El coordinador de los senadores del PRD, Miguel Barbosa, dijo que en este siglo se ha intentado ‘‘matar el alma’’ de la Constitución con reformas ‘‘impuestas por mayorías parlamentarias para satisfacer intereses particulares o de poderes fácticos, y en medio del rechazo de la sociedad’’.

Mencionó entre ellas la reforma energética, que privatizó el petróleo y la electricidad, y resaltó que a 100 años de su promulgación y después de más de 600 reformas, es necesaria una nueva Carta Magna ‘‘que restaure el constitucionalismo social instaurando un verdadero Estado social y democrático’’.

Igualmente, el coordinador del PT, Manuel Bartlett, resaltó que precisamente en el Senado se produjo desde hace cuatro años ‘‘la más profunda contrarreforma constitucional’’, que ha creado ‘‘un régimen político, económico y jurídico elitista y extranjerizante. Resaltó que las reformas energética, educativa, electoral, de telecomunicaciones y las penales, ‘‘son la antítesis de la letra y el espíritu de la Constitución de 1917’’.

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